Utopía al alcance

El escenario como un campo de batalla que mantiene viva la utopía.

Buenos Aires Herald / Jueves 11 de febrero de 2010
Por Victoria Eandi

Todo vale. Concordando con el resto de sus producciones, los miembros de el bachín teatro continúan trabajando con las poéticas brechtianas, apropiándoselas a través de su propio estilo y generando con su propio discurso, no sólo sobre la lucha por la libertad y un mundo más justo, sino también sobre el rol del artista en la sociedad y en el arte -particularmente el teatro- como formas de resistencia.
Manuel Santos Iñurrieta nos dice que "encontrarse con la Guerra Civil Española es también encontrarse con la injusticia presente, especialmente en días en que toda Europa está girando a la derecha. Gallo rojo, gallo negro es una disputa que no ha terminado". En este sentido, Teruel y la continuidad del sueño está también conectada con la historia reciente de la Argentina, así como a su presente, y muestra claramente una nueva manera de hacer teatro político hoy día.

Los protagonistas son dos actores (como en otros espectáculos, el bachín teatro insiste en reflexionar sobre su propia actividad a través de los personajes de sus obras): Andrés (interpretado por Santos Iñurrieta, recibe su nombre de su tío abuelo) y Julieta (Julieta Grinspan). Los otros personajes son El Relator (Marcos Peruyero), La Vecina y El Guardia Civil (ambos interpretados por Carolina Guevara). Andrés y Julieta, dos de los 500 voluntarios argentinos que fueron parte del Ejército Republicano, están ensayando una obra para enviar a Alberti. Discuten sobre las fuentes de inspiración (como los sueños de Julieta), sobre los textos que dirían o sobre la inclusión de alguna canción. Mientras tanto, los demás personajes intervienen de distintas maneras: El Guardia Civil da un ultimátum a los actores, pero muestra gran admiración por la actriz; La Vecina aparece en escena buscando a su marido que está siendo perseguido por las tropas de Franco. Y finalmente El Relator, el personaje más complejo de la obra, establece un diálogo con el resto de los personajes, bajándose de su propio nivel de ficción (que sería narrar "objetivamente" lo que sucede en escena).

La presencia de un narrador es un recurso típicamente brechtiano, uno de los medios para generar el "distanciamiento", en este caso el bachín teatro lo profundiza mostrándolo como una criatura dubitativa y muy humana, y no como un personaje escéptico y objetivo. Manuel Santos Iñurrieta explica que "la obra aborda la idea de tomar partido, así que El Relator no podía ser la excepción". Y los diálogos que mantiene con los demás personajes, referidos a la manera en que la obra está siendo realizada, generan un efecto muy particular, muy frecuente en las producciones de esta compañía: parecería que la obra estuviera siendo montada y transformada al tiempo que el espectador la observa, y los límites entre actores y personajes se vuelven difusos.

Aunque termine habiendo cierta reticencia en relación al teatro didáctico, el bachín teatro no rechaza los aspectos didácticos en sus obras, pero siempre tratados metafórica y teatralmente. Continuando con los procedimientos brechtianos, se valen de proyecciones y dibujos para explicar, ilustrar y brindar información histórica acerca de la Guerra Civil Española. Estas se proyectan sobre una tela traslúcida a proscenio, resaltando los diferentes niveles de ficción, ya que El Relator aparece dentro y fuera de esta especie de "caja". Manuel Santos Iñurrieta cuenta que esta solución técnica funciona en relación al "efecto de distanciamiento", lográndolo con una textura concreta y material.

Sin embargo, nada en Teruel... resulta solemne. Santos vuelve a mostrarnos sus virtudes clownescas, mediante una actitud lúdica; Peruyero interpreta un gran narrador, presentando todo tipo de matices –muchos de ellos muy graciosos- en consonancia con las dudas de su personaje; Guevara tiene la difícil tarea de interpretar dos personajes totalmente diferentes, aunque vale la pena destacar el caso del personaje masculino, El Guardia Civil, donde trabaja la sátira a la perfección; quizás el personaje más "serio" es el de Grinspan, quién está a cargo de los textos más significativos y bellos de la obra, que ejecuta con su fuerza y determinación características; aunque su actuación no carece de toques de humor.

Teruel... muestra la sólida madurez de el bachín teatro y de Manuel Santos Iñurrieta, dramaturgo y director de la obra. Es un ejemplo de una seria investigación de la poética de Bertolt Brecht, con el propósito de tratar temas y situaciones relacionados con hechos determinantes de la historia y de cómo artistas (no sólo los ficcionales sino los mismos integrantes del grupo) se apropian de ellos, comprometiéndose, luchando y aferrándose a sus ideas y sueños de un mundo mejor. En otras palabras, un teatro que mantiene la utopía viva, y al alcance.

Victoria Eandi

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